El REIKI actúa a través de un practicante o de un maestro de REIKI, que se ha iniciado en la práctica y ha recibido una sintonización o empoderamiento. La persona que imparte REIKI a otra persona para armonizarla ha aprendido la técnica de imposición de las manos, transitando un primer y segundo nivel de enseñanza.
También esa persona se ha armonizado a sí misma. Y recién en poder del conocimiento, la práctica y la armonización natural en su propia persona, estará en condiciones de armonizar a otro ser viviente, de desbloquearle los centros energéticos para que la energía fluya y de manera natural se pueda llevar a cabo el proceso de sanación.
Una persona que no se realiza un autotratamiento o una autoarmonización que le permita purificarse a sí misma no estará en condiciones de tratar a otro ser viviente, porque aunque no se lo proponga puede llegar a transmitirle alguna energía negativa.
Sanación
Aunque para muchos la terapia de Reiki no produce más que un efecto placebo, existen miles de relatos que avalan su efectividad.
El reikista es quien determinará la cantidad de sesiones que requiera cada persona, dependiendo de la complejidad de su enfermedad o problema y se enfocará en los 7 chackras, más los de manos y pies, junto con zonas del cuerpo específicas que estén produciendo molestias mientras el paciente comenzará a sentir una sensación de calor, relajo e incluso liberar sus emociones.
El Reiki también puede darse a sí mismo, mejorando el sistema inmune, estrés, ansiedad, armonizando el campo energético y mejorando la calidad de vida en general.
El sistema es una buena alternativa para complementar la medicina y psicología tradicional, pudiendo ayudar mucho en caso de molestias como un esguince hasta dolores más intensos de pacientes postrados o enfermedades complejas.
Saludos,
Gino Giurfa
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